En el marco de la misa de la peregrinación juvenil a Luján, el cardenal se refirió a nuestros gobernantes y pidió orar «para que busquen ser instrumento de encuentro entre todos los argentinos».


 

El cardenal Mario Poli pidió que «encontremos la paz necesaria para unirnos como pueblo», al presidir la misa de la 48a. peregrinación juvenil a Luján que culminó en la plaza Belgrano frente a la Basílica de esa ciudad bonaerense.

«Qué lindo sentirnos en el camino como hermanos, como un pueblo peregrino, fraterno, solidario, cómo nos gustaría que esta fuerza fraterna se proyecte sobre la Argentina para que nos sintamos más hermanos», dijo el Arzobispo de Buenos Aires en Luján.

En la misa presidida por Poli también se pidió orar «por nuestros gobernantes, para que busquen ser instrumento de encuentro entre todos los argentinos».

Con el lema «Madre, míranos con ternura, queremos unirnos como pueblo», los primeros peregrinos comenzaron la caminata el viernes desde el santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers hacia el santuario nacional de Nuestra Señora de Luján.

Este sábado, ante una multitud de fieles, el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Ares, impartió allí la bendición a los peregrinos que llegaron de distintas partes del país.

Fueron miles las personas que participaron de la tradicional peregrinación hacia la basílica de Luján, acontecimiento religioso multitudinario y tradicional donde los creyentes renuevan «la fe mariana del pueblo argentino, en donde con «dolor, cansancio y sobre todo mucha fe», pudieron completar la travesía.

En algunos casos, con muletas, bastones y hasta ayudados por sus compañeros de viaje, pudieron completar el recorrido.

Una de ellas fue Débora Rodríguez, vecina de Banfield de 41 años, y que participó de la peregrinación por tercera ocasión y describió a Télam sus sensaciones.

«Me duele todo el cuerpo. Tengo ampollas en los dedos de los pies y en los talones y tengo muchos calambres en mi pierna izquierda, pero esto todo lo puede», dijo.

Rodríguez caminó los 62 kilómetros que separa a Liniers de la ciudad bonaerense de Luján para «pedir por la salud de un familiar que transita por una enfermedad delicada».

Dentro de la basílica hay una sensación de satisfacción y emoción en simultáneo. Los feligreses caminan lentamente, y con muchas dificultades físicas, para sacarle una foto a la Virgen de Luján y tocar al Cristo crucificado.

Muchos al ingresar a la iglesia explotan en llanto y se abrazan con sus acompañantes por un largo momento. En algunos casos, luego de unos pasos se tiran sobre uno de los costados de la iglesia, exhaustos y doloridos.

Aldo, vecino del municipio de Morón, y que participa del tradicional recorrido desde el 2005, contó: «Yo comencé a caminar luego de que un grupo de amigos me dijera que los acompañara. A pesar de que siempre fui un hombre de fe, era reticente con esto, hasta que después de mucha insistencia me sumé y la verdad fue un antes y un después porque a través de las caminatas conocí mucha gente y muchas experiencias de vida, y eso en verdad es lo que motiva a participar todos los años»

A pesar de no tener un pedido especial para la Virgen de Luján, el hombre señaló: «Cada vez que participo en uno de estos eventos me siento completo y satisfecho, porque la Virgen es algo que siempre me mueve».

Jesica Silva, de 17 años e integrante de la parroquia de San Roque González del municipio de San Justo, estaba emocionada y con lágrimas en los ojos, indicó: «Es la primera vez que hago la caminata, vine con los chicos de la iglesia y esto es lo más grande que hice en mi vida. Es hermoso pasar hacer algo así con mis amigos»

En este sentido, la joven destacó que se sumó a la peregrinación «por mi hermano que está pasando un problema grave de salud y sé que con la protección de la virgencita se va a recuperar».

Dentro de la catedral, los asistentes de la basílica repartieron estampitas con la imagen de la virgen del Luján y un certificado oficial por completar la tradicional travesía.

La comisión Arquidiocesana de Piedad dispuso de 6.500 voluntarios para colaborar con 40 puestos de apoyo y 60 puestos sanitarios (identificados con carteles a lo largo de la ruta), con el objetivo de que cada peregrino camine cómodo y seguro.

La misa concluyó poco después de las 8 cuando los feligreses rezaron tres Ave María mirando hacia la basílica y que concluyó con los gritos «Viva la Virgen», «Viva el Papa», «Viva la Iglesia y «Viva el pueblo peregrino».

 

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