La Comisión Episcopal de Pastoral Social emitió un documento en relación al acuerdo que el Gobierno nacional alcanzó con el FMI, que debe ser aprobado por el Congreso. «Las obligaciones emergentes de situaciones creadas por la deuda externa no pueden y no deben soslayar la mirada ética respecto de los compromisos con la deuda social», expresaron en el texto.
La Comisión Episcopal de Pastoral Social sostuvo este jueves que en la Argentina «se presenta una vez más el desafío de atender la deuda pública, sin dejar de atender las deudas sociales», en relación al acuerdo que el Gobierno nacional alcanzó con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que debe ser aprobado por el Congreso, y pidió que -en ese marco- se anteponga «el encuentro sectorial, el trabajo argentino, la dignidad de las familias y el crecimiento económico».
«En nuestra Patria se presenta una vez más el desafío de atender la deuda pública, sin dejar de atender las deudas sociales», dice el documento titulado «La deuda externa y las deudas sociales», que difundió este jueves la comisión que encabeza el obispo Jorge Lugones.
Tal como lo hizo la comisión el año pasado, el documento recuerda las expresiones del Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí, respecto de la conexión que existe entre la justicia para los pobres, la solución de los problemas estructurales de la economía mundial y la protección del medio ambiente.
En este sentido, la Pastoral Social pide corregir los modelos de crecimiento que son «incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la equidad social, la dignidad de los trabajadores y los derechos» de las generaciones futuras.
Expone asimismo que «las obligaciones emergentes de situaciones creadas por la deuda externa no pueden y no deben soslayar la mirada ética respecto de los compromisos con la deuda social que nacen, precisamente, de un orden económico que ha privilegiado la especulación financiera por encima de la producción y el trabajo digno».
Recuerda que, ya en el año 2000, «en medio de la mayor crisis de la historia reciente de nuestro país», San Juan Pablo II hablaba de «un círculo vicioso: las rentas bajas y el crecimiento lento limitan el ahorro y, a su vez, las reducidas inversiones y el uso ineficaz del ahorro no favorecen el crecimiento».
«Nos toca, 20 años después, volver sobre el hecho consumado de otra deuda extraordinaria que nos condiciona y que plantea graves desafíos ¿Cómo evitar que su reconocimiento no condene al hambre y la miseria a millones de compatriotas?», se pregunta la carta de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
También pide que, «al abordar el tema de la deuda externa, nuestra Patria se asuma como protagonista de su propia suerte para definir el propio desarrollo cultural, civil, social y económico, de modo de poder construir y afianzar un modelo que tenga como eje central la producción y el trabajo».
«Como en su momento sostuvo la Comisión Pontificia de Justicia y Paz: ‘El servicio de la deuda no puede ser satisfecho al precio de una asfixia de la economía de un país´’. Y ello debe implicar que no se pueda hipotecar de tal manera la casa común –nuestra Nación en este caso- sin los consensos necesarios y sin el establecimiento de las responsabilidades emergentes», continúa el texto.
Finalmente, insta a que «se profundicen acciones con el compromiso de toda la dirigencia política y social, que se sustenten en la ética de la solidaridad, de la educación y el diálogo social, anteponiendo el encuentro sectorial, el trabajo argentino, la dignidad de las familias y el crecimiento económico».
«Un modelo basado en la producción y en la economía social, como condiciones imprescindibles para una economía con rostro humano que, a partir de saldar la deuda social, pueda honrar sus compromisos con la deuda externa privilegiando la protección de los más vulnerables», concluye la declaración de la Pastoral Social.
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